¿Por qué eligió este programa?

Cuando empecé a buscar oportunidades de voluntariado, me interesaban sobre todo los proyectos centrados en acciones medioambientales y el cambio climático. Aparte del trabajo real realizado en el proyecto, para mí era importante elegir una organización bien establecida y transparente. La Conferencia sobre Cumplimiento Climático de RVA lleva celebrándose casi 10 años, y la propia RVA tiene una historia local aún más larga.

Una vez que solicites unirte a un programa en RVA, pasarás por un proceso de videochats con algunos miembros del personal para obtener información sobre la estructura del programa, el día a día en el lugar, etc. También se le pide que reflexione sobre algunos escritos acerca de estos temas. Me gustó mucho el proceso de solicitud y, cuanto más me mentalizaba, más ganas tenía de participar.

Al final, lo que más me convenció fue el hecho de que el programa de 6 meses comienza con un periodo de estudio para preparar a los participantes para las tareas que les esperan con una sólida base de conocimientos teóricos y prácticos. Además, me atraía mucho la idea de la vida en común y de un estilo de vida autosuficiente. Al fin y al cabo, ¡siempre somos más fuertes como equipo! Ah, y para ser sinceros, la imaginación de vivir en una isla tropical del Caribe tampoco está nada mal 😉

Bromas aparte, el clima también fue un factor importante para mí. Necesito el sol, y simplemente prospero y rindo mejor en climas cálidos y soleados.

¿En qué te ayudó el proveedor del programa (o la universidad) y qué tuviste que organizar por tu cuenta?

RVA proporcionó valiosa información sobre itinerarios de vuelo, lista de equipaje, etc., así como información general sobre la vida en San Vicente, seguridad, etc., y los miembros del personal estaban siempre disponibles para hacerles más preguntas. También se facilitaron certificados de matriculación y cartas para el proceso de inmigración.

Al final, tendrá que ocuparse de su programa de viaje y de su seguro de viaje por su cuenta. Sin embargo, RVA organizó la recogida en el aeropuerto y el transporte hasta el lugar el día de llegada.

¿Qué consejo le daría a alguien que siguiera su programa?

Creo que el consejo más útil y más universal que puedo dar es el siguiente: Libérate de expectativas y objetivos preestablecidos.

Vas a conocer a gente de todas las clases sociales, vivirás con ellos y aprenderás con ellos, y todo esto mientras te encuentras en un entorno completamente nuevo y te ves inmerso en una comunidad con una cultura que muy probablemente sea muy diferente a la tuya. Te encontrarás en situaciones en las que nunca imaginaste estar, y menos dominarlas. Venga con la mente abierta, empiece de cero y deje que lo que encuentre modele y guíe su experiencia.
Permítete maravillarte y ser curioso.

¿Cómo es un día/semana normal como participante en este programa?

Los detalles del programa se basan en las opiniones de los antiguos alumnos, lo que da lugar a un calendario en constante evolución. Así que es posible que mi experiencia difiera bastante de la de otros antiguos alumnos. Sin embargo, hay un marco fijo que da forma a los días y las semanas.

El desayuno, la comida y la cena se sirven a horas fijas (7.00, 12.00 y 18.00). Después del desayuno, todo el mundo participa en la preparación de la jornada: tareas de limpieza, recogida de frutas y verduras, mantenimiento, etc. El resto de las mañanas se llenan de actividades dependiendo de la fase del programa en la que te encuentres en ese momento. Lo mismo ocurre por las tardes. Algunas tardes vemos películas o documentales, jugamos, etc.

Dos mañanas a la semana se dedican al mantenimiento de la escuela. Esto significa que todos los que viven en la escuela participan en tareas que, o bien ayudan a la producción de alimentos de la escuela (para impulsar la autosostenibilidad en la medida de lo posible) trabajando en el huerto, el bosque frutal, etc., o en tareas como el mantenimiento de las zonas habitables, la producción de energía, etc.

Una tarde a la semana se dedica a la Reunión Común, donde todos los que viven en RVA se reúnen para debatir temas urgentes relativos al funcionamiento de la escuela, las actividades de la tarde, los proyectos en curso, etc. Aquí es donde todo el mundo aporta su granito de arena y las decisiones se toman de forma colectiva.

Un día a la semana es completamente libre, y mucha gente opta por explorar la isla esos días: hacer senderismo, bucear, practicar esnórquel, visitar una de las numerosas y magníficas cascadas, o simplemente relajarse y tomar el sol en la playa. ¡Realmente, la exuberancia y belleza natural de San Vicente es algo que no se acerca a nada que haya encontrado antes!

Al iniciar su experiencia en el extranjero, ¿cuál era su mayor temor y cómo lo superó? ¿Cómo ha cambiado su opinión sobre el tema?

Creo que mi mayor reto (no tanto miedo) fue la sensación de estar un poco perdida, provocada por dejar mi entorno conocido y cómodo, trasladarme al otro lado del mundo, no conocer a nadie allí, empezar algo nuevo desde cero. Es la sensación de estar desarraigado, y puede dar miedo. Pero pronto me di cuenta de que cada una de las personas de mi equipo estaba pasando por algo muy parecido, y sentirse expuesto y vulnerable puede permitirte llegar a los demás y conectar con ellos de una forma completamente honesta, permitiendo nuevas y profundas amistades y camaradería.

Empezar de nuevo y dejar entornos conocidos siempre será desalentador, pero también puede aportar muchas cosas buenas a tu vida si aprovechas la oportunidad.

¿Qué experiencia durante sus prácticas le ha dejado un impacto más duradero?

Una parte esencial del programa de la Conferencia sobre el Cumplimiento Climático consiste en diseñar y construir huertos orgánicos de traspatio (basados en los principios de la permacultura) con y para las familias de las comunidades, para que puedan comer muchos productos sanos y frescos cultivados por ellos mismos. Aparte de los beneficios para la salud, esto también conlleva una mayor independencia económica y contribuye a promover prácticas agrícolas ecológicas y regenerativas, cruciales para frenar el cambio climático y mitigar sus efectos.

Durante mi estancia en RVA, construí tres de estos huertos (junto con otros voluntarios y muchas manos amigas). Recuerdo lo desalentadora y abrumadora que parecía la tarea al principio, pero lo que se me ha quedado grabado, aún más, es cómo el cambio de un patio trasero de tierra estéril a un jardín floreciente y productivo afectó a sus propietarios, lo orgullosos que estaban y lo entusiasmados que estaban por mantener lo que habíamos empezado juntos.

Ver cómo un pequeño proyecto se convertía literalmente de tierra en algo tan hermoso y lleno de vida fue una experiencia muy gratificante para mí, y ha influido de forma duradera en mis decisiones vitales una vez finalizado el programa.

Anna Reichenbilder, Austria